dijous, d’abril 20, 2006

[catalonia-europa] Las limitaciones de ERC y el fracaso del 'independentismo tranquilo'

LAS LIMITACIONES DE ERC Y EL FRACASO DEL 'INDEPENDENTISMO TRANQUILO'
Andalucía Libre

En 2003, gobernaba el Estado español con mayoría absoluta el ultraespañolista PP de Aznar y con buenas perspectivas de continuar haciéndolo.

En Cataluña lo hacia CiU, la derecha catalanista -con el apoyo del PP en la ultima legislatura- tras 23 años de gobierno autónomo ininterrumpido en sus manos y con una practica sostenida de asistencias y alianzas parlamentarias en Madrid con los sucesivos gobiernos españoles de UCD, PSOE y PP. Hay que anotar que CiU ganaba reiteradamente las elecciones autonómicas en Cataluña mientras habitualmente era el PSOE quien obtenía los mejores resultados en las circunscripciones catalanas en las elecciones españolas. Un diferencial producto de la abstención en las catalanas de un significativo sector de trabajadores andaluces emigrados que con esta actitud denotaban sus limites de integración.

ERC, a esa altura, había adquirido un papel político clave en Cataluña como consecuencia de ser la principal beneficiaria del desgaste político y social simultaneo de CiU y PSOE. Los resultados electorales de las elecciones catalanas de 2003(1) confirmaron esa situación, doblando los apoyos de ERC y adjudicándole la llave del Gobierno catalán. El "independentismo tranquilo" de ERC estaba en disposición de decidir si CiU continuaba en el Gobierno catalán o si era sustituida por el PSOE. También dentro de esta posible preferencia podía optar por diversas estrategias: desde limitarse a un pacto de investidura a implicarse en un Gobierno compartido con el PSOE catalán. Escogió apostar por la alianza estrecha con el PSOE para demostrarse como "fuerza de gobierno". De esta elección de ERC devino el Gobierno tripartito de coalición con el PSOE e ICV/IU. La derechista CiU perdió el Gobierno y sus enrabietados dirigentes declararon que "CiU no apoyaría más ni a PP ni a PSOE".

El Gobierno Tripartito catalán resultante se configuró sobre dos ejes: un programa de gestión social-liberal y un compromiso de elaborar un nuevo Estatuto que redefiniera la inserción de Cataluña en el Estado español. Su alcance no llegaría a afirmar la Soberanía Catalana pero si se aspiraba a que plasmara un modelo de estatus privilegiado de Cataluña dentro de España; un diseño que se había ido perfilando a través de las elaboraciones de lo que vino en llamarse "vía catalana" bajo el amparo compartido de PSOE, ERC, CiU e ICV. Un estatuto que se contaba de antemano que sería previsiblemente rechazado por la mayoría española del PP.

En 2004, en la campaña electoral para los comicios españoles, el entonces candidato Zapatero se compromete públicamente en Barcelona en nombre del PSOE a apoyar sin retoques el Estatuto que apruebe el Parlamento catalán. La promesa es un recurso electoral que se presume sin consecuencias. Sin embargo, los atentados islamistas del 11-M y la actuación del Gobierno Aznar desalojan al PP en las elecciones del 14-M y permiten el acceso del PSOE al Gobierno español.

ERC, por su lado, revalida su subida y gana un grupo parlamentario propio en el Parlamento español. Se convierte -junto a IU- en sostén necesario del Gobierno español del PSOE. Aparentemente tiene buenas cartas: ahora no es solo el Gobierno catalán sino también el español los que dependen de sus votos. Se olvida que CiU está ahí.

De hecho la victoria estatal del PSOE hace que la situación cambie. ERC se encuentra prisionera de su propia retórica. Los tiempos políticos se acortan. El enfoque declarativo de ERC en el eje estatutario -que es el que le confiere singularidad política- se fuerza a reconvertirse en un espacio temporal tasado en demostrativo. Una operación inicialmente orientada a desgastar al PP a nivel español y a consolidar a ERC en el espacio catalán se transmuta en prueba de viabilidad de la estrategia de ERC. Las apuestas de ERC y las promesas del PSOE han de tornarse en hechos.

Esta imprevista modificación del escenario terminarán evidenciado las limitaciones de ERC y llevando al fracaso a la estrategia del "independentismo tranquilo".

El camino de ERC

La ERC que reaparece en la Transición y obtiene en 1977 un diputado en Madrid en coalición con el maoísta PTE es un partido republicano autonomista que acepta el marco estatutario y que muy pronto -1980- queda reducida a ejercer de satélite en Cataluña de la derechista CiU. La subalternidad política de ERC en relación al pujolismo provoca pronto un descenso paulatino de su apoyo electoral y un riesgo cierto de desaparición. Que esta dinámica no se consume proviene de una modificación de la naturaleza política de ERC realizada a partir de 1985.

A partir de entonces ERC quedará configurada como la suma de dos factores políticos.

Uno, que ejerce de plataforma de sustentación, sigue siendo la tradición histórica del partido republicano catalán de Maciá y Companys fundado en 1930 -expresión política de la pequeña burguesía catalana- en torno al cual gira la historia política de Cataluña durante la II República española. Es una cobertura de legitimación simbólica en la que los episodios de 1931 -proclamación de la República Catalana, luego rebajada de inmediato a Generalitat autónoma- y octubre de 1934 -semi-insurrección y declaración del Estat Catalá- ejercen la función de hitos referenciales a partir de una lectura mitificada y escasamente crítica de su real desarrollo y del papel desempeñado en ellos por ERC. De esta función estrictamente limitada proviene que tanto el curso político de ERC en 1936 -y especialmente a partir de mayo de 1937- como el discurrir de ERC durante el franquismo no merezcan ni de lejos un énfasis similar. De ahí también que la ERC bajo la dirección de Tarradellas -que facilita decisivamente el control español de la Transición en Cataluña- haya prácticamente desaparecido de su memoria colectiva.

La practica 'refundación' de ERC a partir de 1985 es la que configura este imaginario selectivo y sostiene el segundo factor, que es el que realmente confiere a ERC su actual protagonismo político en Cataluña y sobre el que ha basado su crecimiento electoral: ejercer de referente político mayoritario del independentismo sociológico catalán y de contenedor en donde se agrupa una parte significativa de la izquierda independentista, pasada al posibilismo tras sus fracasos de los años 80-90 del pasado siglo.

Para llegar ahí fue necesario que se produjeran a su vez dos procesos políticos interrelacionados.

De una parte, la decepción política y social producida en Cataluña por la autonomía constitucional dio lugar a la conformación creciente de un sentimiento expresamente independentista, especialmente entre la juventud, en una dimensión desconocida hasta entonces en la historia contemporánea catalana. Lo nacional ejercía de cobertura y espoleta de la indignación social. (2) Esta resistencia se articuló en principio en torno a la Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultura i la Nació Catalanes y favoreció la emersión de un referente político netamente independentista bajo las siglas del MDT, culminando un proceso cuyos antecedentes se remontan a 1969.

No obstante, la consolidación de esta situación en la que la izquierda independentista comenzaba a ser un elemento político operativo en la realidad catalana fue truncada. Intervinieron en ese colapso diversos factores. Uno de ellos fue el mimetismo hacia Euskadi -con la experiencia de la organización armada catalana Terra Lliure- que convirtió en políticamente letales los efectos del atentado de ETA en el Hipercor de Barcelona en 1987. Otro, el sensible desnivel existente entre nivel de sostén social y madurez política de sus fuerzas organizadas. La división y enfrentamiento interno virulentos de los soportes políticos y sociales acumulados -plasmados en la división del MDT- antes de haber alcanzado un mínimo de consolidación, acabó por conducir a una profunda crisis al independentismo de izquierdas y a su desaparición como referente político visible (3).

ERC fue la fuerza que se beneficio de esta crisis independentista. Ya en 1987 ingresan en ERC militantes provenientes de la Crida a la Solidaritat encabezados por Ángel Colom. Luego, ERC tiene parte activa en el accidentado y complejo proceso de liquidación de la agotada Terra Lliure. En 1989 el sector Colom se alía con el sector socialdemócrata de ERC que lidera Carod-Rovira (4) -que también agrupa a sectores provenientes de otras organizaciones de izquierda catalana- y desplazan a los más conspicuos epígonos de la tradición histórica de ERC -los liberales de Hortalà- tomando el control de ERC. Colom deviene nuevo secretario general de ERC.

El resultado será una formación que asume en 1991 el independentismo como definición y horizonte y se perfila como una fuerza de tipo socialdemócrata, desde la 'equidistancia' entre PSOE y CiU. El desplazamiento posterior de Colom -más inclinado a CiU- por Carod-Rovira en 1996 afianzará definitivamente el perfil propio de ERC y su imagen socialdemócrata. ERC quedara como una fuerza que se presenta tan o más 'progresista' que el PSC-PSOE o los herederos del PSUC y que aspira a integrarse en la Internacional Socialista, como ha vuelto a defender recientemente Puigcercos. Una fuerza que, además, es inequívocamente nacional y por tanto puede competir en este plano con CiU, aprovechando los repetidos pactos 'fenicios' del pujolismo con fuerzas gubernamentales españolas en los que CiU contribuye a acelerar la regresión neoliberal en el Estado español a cambio de incrementos financieros para el Gobierno catalán, sin que ello altere el estatus político de Cataluña. Este será el contexto en que el desgaste del modelo estatutario vigente dará lugar al perfil paulatino de la "vía catalana". (5)

Con estos soportes, ERC se beneficiará del desgaste progresivo del entramado estatutario y especialmente del descrédito de CiU en su ultima etapa de colaboración con el españolista PP de Aznar.

El Gobierno tripartito y los errores de ERC

Esta situación explica las prioridades de ERC tras las elecciones catalanas de 2003.

ERC descarta aliarse con CiU por diversos motivos que funcionan paralelamente en diferentes planos. No quiere vincularse a CiU porque aspira a sustituirla como referente mayoritario del nacionalismo catalán y eso conlleva a sus ojos desalojarla de su función de fuerza de gobierno. También porque considera que un Gobierno CiU-ERC no le ofrece soportes sociales suficientemente sólidos para resistir a la vez la oposición del PP y del PSOE-ICV/IU. Pero más allá de estas razones de coyuntura, ERC descarta a CiU porque -contando con la entonces previsible permanencia del PP en el Gobierno español- su estrategia prima ganar tiempo -sin confrontarse con CCOO y UGT- para avanzar en su penetración social y electoral en el 'cinturón charnego' de Barcelona y así afianzar su dimensión nacional, disociando la imagen que aúna aún 'catalanismo' y 'derecha' entre parte de esos sectores.

El medio es la alianza en el Gobierno catalán con el PSC-PSOE, bajo un moderado programa social-liberal, a través de la cual ERC confía, de un lado, ganar espacios gracias a su gestión en el gobierno autónomo y por otro, ir favoreciendo una paulatina autonomización del PSC en relación al PSOE.

Cara a una CiU que pronto olvida su posibilismo regionalista de siempre para adoptar poses soberanistas, ERC confía en sostenerse a través del recordatorio de sus crónicas transacciones con el españolismo.

Las premisas erróneas de su estrategia política pronto comenzaran a manifestarse.

Primero, el curso de los acontecimientos demostrará que ERC ha sobreestimado la autonomía del PSC con relación al PSOE y consecuentemente valorado erróneamente su naturaleza política; confundiendo singularidades locales, discursos y preferencias personales con opciones políticas de fondo. El acceso del PSOE al Gobierno español hace aún más evidente el error. La realidad política profunda del PSOE catalán -al que ERC gusta de denominar siempre PSC, quizá para engañarse a sí misma- se manifiesta muy pronto al forzarse la salida de Carod-Rovira del Gobierno catalán tras su entrevista con ETA(6). El pacto estatutario final PSOE-CiU -primero aceptado tranquilamente por el PSC y luego defendido con entusiasmo- lo evidenciará de nuevo. Necesitando al PSOE catalán realmente existente para poner en practica su estrategia, ERC renuncia a asumir que esta sólo tendría algunos visos de viabilidad, previa división y escisión interna del PSC y separación del PSOE. Al no admitirlo, ERC se coloca a sí misma en un callejón sin salida.

Segundo, infravalora el carácter orgánico de la relación entre CiU y sectores de la burguesía catalana y las bases políticas sobre las que esta se asienta. CiU es la heredera natural del catalanismo de Prat de la Riba, Cambo y Pujol y cubre perfectamente la función de defender -al nivel que esta burguesía aspira- sus intereses específicos dentro de su apuesta estable por España. Esta función no es contradictoria sino complementaria con los canales y relaciones que también mantiene la burguesía catalana con PP y PSOE. La pretensión de ERC de sustituir a CiU a medio plazo en este papel no se sostiene en ninguna necesidad objetiva de los sectores a quienes pretende ofertarse, al menos en la etapa actual. Constreñida por esta aspiración infundada, sin denunciar esta apuesta y esta triple vinculación, ERC no puede aspirar a desagregar y socavar significa y establemente la base social pequeñoburguesa y popular de CiU, disociándola de su cúpula burguesa. Más aún, al aceptar ubicarse en un escenario constitucional posibilista admite de entrada situarse en el terreno idóneo y preferente de CiU en el que esta puede pasar sin costes y a conveniencia de un lado a otro del espacio de juego.

Tercero, al rubricar un programa social-liberal, aliarse con el PSOE y autolimitar su competencia con CiU, ERC renuncia a auspiciar o apoyar la movilización social. El 'independentismo tranquilo' de ERC es en la practica un 'independentismo frígido'. No quiere movilizar en torno a las reivindicaciones nacionales porque sabe que inmediatamente toda protesta tendería a cuestionar tanto el marco político de sus alianzas de Gobierno y su programa como sus ilusiones de presentarse como sustituta de CiU. Y así, cuando la multinacional alemana Volskwagen procede en escandalosas condiciones a los despidos masivos en la SEAT catalana, ERC se mantiene pasiva para no afectar sus relaciones diplomáticas con las cómplices burocracias de CCOO y UGT, renunciando a disputarle el terreno al PSOE e ICV/IU y a ejemplificar lo que significa la defensa de la soberanía nacional en el plano social. Al ratificar su aceptación del modelo neoliberal que comparte el grueso de la burguesía catalana pierde la oportunidad de articular una protesta nacional de alto calado social, lo que revierte en beneficio político de PSOE-IC y CiU.

Andalucía y los andaluces: claves en el discurso errado de ERC

Frente a esas carencias políticas las limitaciones del discurso de ERC se hacen aún más patentes si cabe.

La readecuación del discurso nacional interno de ERC tiene mucho que ver con una apuesta que se sostiene en la hipótesis de que la integración de una parte de la emigración andaluza en Cataluña hace ya factible ganarse a un sector de la inmigración a través del transito de un 'patriotismo identitario' a un 'patriotismo del interés.' Con ello ERC pretende eludir y sortear algunos de los nudos gordianos de la realidad catalana.

ERC renuncia a defender a la lengua catalana como única lengua oficial de Cataluña como medio de normalización lingüística y nacional, enfrentándose políticamente a las imposiciones constitucionales españolas y socialmente a los prejuicios españolistas que existen entre parte de la emigración andaluza y el resto de los castellanoparlantes residentes en Cataluña. En su lugar, enfatiza sobre las demandas de mayor financiación, sin ocultar que estas reivindicaciones se hacen preferentemente no frente a España o al parásito Madrid sino -en una especie de alucinante 'agravio comparativo' inverso- encaminadas a reducir las transferencias que puedan llegar a la que se presenta como 'subvencionada' y 'derrochadora' Andalucía. Con este discurso, que tiene en su versión publica los limites que impone lo 'políticamente correcto', se hace eco y altavoz de prejuicios neoliberales y antiandaluces que confía en que puedan ser asumidos -en un ejercicio de 'autoodio'- incluso por los ciudadanos catalanes de origen andaluz.

El resultado es un engendro reaccionario que no sólo recuerda a los berridos de la Lega Norte italiana sino que además resulta finalmente políticamente ineficaz para sus propósitos porque al instante es asumido por todo el resto del arco parlamentario catalán, del PP a ICV/IU y aún más allá, con el Presidente Maragall al frente. De otra parte, al no defender claramente la soberanía fiscal catalana para no enfrentarse al PSOE y al PNV deja paso abierto a las maniobras de CiU y del PP.

ERC tampoco hace nada por reconocer la existencia de los andaluces de Cataluña y actuar en consecuencia. Aunque buena parte de su discurso y estrategia sólo se explica a partir de ser bien consciente de su permanencia, paradójicamente su posición parte de negar su presencia. En su discurso oficial sólo parecen existir 'ciudadanos catalanes' y ninguna especificidad andaluza. Todo se apuesta a que la imposibilidad de retorno derive en asimilación o en que la inevitable desaparición biológica de las primeras generaciones elimine por si mismo el problema.

Es verdad que este planteamiento es compartido formalmente por el resto del arco parlamentario catalán. Pero también lo es que las otras fuerzas tienen otras vías propias de relación con la plural comunidad andaluza: CiU y PSOE ofrecen cooptación y arterias de ascenso social; ICV/IU heredan del PSUC relaciones sindicales; PSOE y PP hacen de referentes políticos de sus franjas más atrasadas y además tienen especial predicamento en la FECAC que ejerce de portavoz españolista. ERC -que es formalmente una fuerza independentista y que por tanto requeriría de una labor singularmente más intensa- pasa de poner caseta en la Feria de Abril de Cataluña organizada por la FECAC a aparecer como propugnador de su desaparición. Se queda reducida a ofertar integración abstracta y a apoyar el discurso del colectivo 'Els Altres Andalusos', cuya mera formación ya testimonia que existen y que para actuar incluso frente a las pretensiones representativas de la FECAC han de reclamarse de su origen. En la practica todo suena demasiado a una versión actualizada de Els Altres Catalans y queda limitado -al margen de cuales sean sus intenciones- a criticar la celebración de expresiones publicas andaluzas de masas en Cataluña como presunta prueba de buena catalanidad, lo que difumina sus criticas fundadas a la FECAC(7). Como además todo ello se realiza en simultaneo con la defensa de las posiciones sobre financiación anteriormente expuestas y resulta dificilmente disociable, el resultado conjunto termina siendo devastador.

A estas carencias internas a Cataluña corresponden en lo externo una actitud ante Andalucía que la erige en vértice en donde convergen algunos de los errores esenciales de la estrategia de ERC.

Tratándose de una fuerza política resulta increíble que ERC actúe políticamente sin constatar que las naciones no son 'fenómenos filológicos' -entendidos además en sentido restrictivo- sino hechos políticos, culturales y sociales dinámicos. La insistencia de ERC en que en el Estado español hay sólo cuatro naciones: Cataluña-Países Catalanes, Euskadi, Galicia y "España y sus regiones" -entre las que incluye Andalucía- no sólo es un insulto para los andaluces conscientes. Es aún peor: es políticamente estúpida. Incluso desde el punto de vista de sus propios intereses como fuerza catalana, la posición de ERC engrosa gratuita y arbitrariamente la fuerza española, tanto dentro como fuera de Cataluña.

De hecho en la Península Ibérica los filólogos tienen algunos otros casos -muy respetables por cierto- de los que ocuparse, más allá de los ya citados. Sin embargo, situándonos a nivel político -que es el que aquí nos interesa- en el Estado español naciones son o han de ser consideradas como tales aquellas en las que el planteamiento de su independencia nacional es política, social e históricamente plausible; porque hay fuerzas -por minoritarias que sean hoy- que la reclaman y porque tienen entidad objetiva para solventarla. Es decir: Cataluña-Países Catalanes, Euskadi, Galicia, Canarias y Andalucía (dicho en un orden que no prejuzga en absoluto quien la conquistara primero). El mapa político del momento -tomando como umbral o definidor la presencia o influencia de fuerzas nacionales propias- no es ni ha de ser determinante al respecto, porque si así fuere sólo habría que hacer un apresurado recorrido -incluso sólo en aquellas a las que ERC no discute esa cualificación- para encontrar abundantes problemas de todo tipo.

La actitud negacionista ante Andalucía explica en buena parte que el planteamiento de ERC -y por ampliación toda la reivindicación estatutaria catalana- se haya desarrollado en ausencia de toda muestra significativa de solidaridad exterior y subsidiariamente que haya podido ser instrumentalizado en su provecho, primero por el ultraespañolismo del PP y luego por el PSOE. Como manifiestan las declaraciones de Puigcercos quejándose de que el Estatuto catalán se quede a la altura del andaluz o de que se reconozca estatutariamente a Andalucía no ya su condición de Nación sino incluso una mísera 'realidad nacional', ERC ha actuado y actúa simétricamente en relación a Andalucía como una versión catalana del peor andalucismo del 'agravio comparativo'.

La crisis de la estrategia de ERC
"En caso de dilación indebida en la tramitación, no tomada en consideración, impugnación o inadecuación sustantiva del resultado final respecto de la propuesta aprobada en el Parlamento de Cataluña que representen una obstaculización o bloqueo del proceso, la ciudadanía catalana será llamada a pronunciarse mediante el procedimiento de consulta general que se estime más adecuada en aquella circunstancia, sobre su adhesión al texto estatutario aprobado por el Parlamento catalán. En cualquier caso, el Gobierno y las fuerzas políticas incorporadas en el Acuerdo Nacional, emprenderán todas las iniciativas jurisdiccionales, legislativas y políticas que conduzcan a hacer respetar la voluntad expresada por el Parlamento de Cataluña", Pacto del Tinell, por el que se formalizó el Gobierno tripartito PSOE-ERC-IC/IU

Tras la aprobación del proyecto estatutario en el Parlamento catalán ERC renunció a hacer valer y ni siquiera a citar esta cláusula inscrita en el 'Acuerdo de Gobierno catalanista y de izquierdas' para defender el texto aprobado en Cataluña. Ante las amenazas de recorte del PSOE en Madrid, ERC podía haber reclamado con toda legitimidad un referéndum-consulta popular sobre el texto estatutario o en su defecto un adelanto electoral. No lo hizo porque hubiera supuesto cuestionar a su socio PSOE en Cataluña (y a su satélite ICV-IU) y hacer saltar el Gobierno.

Tampoco lo hizo cuando se firmó el Pacto PSOE-CiU que laminaba el texto aprobado por el Parlamento catalán. Porque entonces el cuestionamiento hubiera incluido también a CiU, el otro presunto aliado forzoso en su estrategia y también salir del Gobierno.

Renuncio a enfrentarse tanto a PSOE como a CiU y a reconocer el fracaso de su estrategia. Antes al contrario, en lugar de abandonar inmediatamente el Gobierno catalán ante el fiasco en el desarrollo de su objetivo político primordial, todo su esfuerzo devino en justificar su continuidad en el Gobierno catalán y la de ese Gobierno.

Más aún, ante las amenazas de exclusión del Gobierno desde el PSOE, en una escalada hacia los infiernos, sus dirigentes pronto comenzaron a coquetear con el 'Sí critico'. La manifestación masiva del 18 de Febrero en Barcelona ralentizó por un tiempo el proceso de adecuación de ERC y condujo al NO en el Congreso de los Diputados. Nada extraordinario en lo tocante a oposición ni nada definitorio, porque cabe recordar -a modo de comparación- que el nada radical andalucismo de Rojas Marcos ya voto NO al Estatuto andaluz de 1981 en Madrid, para luego apoyar el Sí en el referéndum en Andalucía.

Ahora ERC ya se compromete a facilitar el tramite estatutario en el Senado y aún no tiene definida su posición de voto en el referendum. Las declaraciones efectuadas hasta el momento desde su dirección apuntan hacia alguna forma de voto nulo -si su afiliación se lo permite- como formula de compromiso que le facilite expresar su descontento sin que ello implique poner en riesgo su continuidad en el Gobierno y sobre todo sin deslegitimar al Estatuto resultante. La posición opositora frente al estatuto del ultraespañolista PP -que ya sirve de excusa a otros- puede ser utilizada por la dirección de ERC para argumentar la huida del NO y como justificación para esta nueva capitulación.

Con todo ello, ERC quedará como una fuerza de mera gestión, con sus limitaciones a pleno descubierto y desprovista de la carga de ilusiones -que aun sobre bases políticamente frágiles- pudo aglutinar en torno a su "independentismo tranquilo". Su estrategia habrá confirmado por la vía de los hechos sus limites. Está por ver cuales serán las consecuencias y quienes serán en Cataluña sus beneficiarios a corto y medio plazo.

Notas

(1). Resultados electorales de Cataluña y valoración en Andalucía Libre nº 204, 21/11/2003; Ver también, Resultados 1977-2004
(2). Para apreciar el alcance de esta radicalización nacional y de este crecimiento político y social de la izquierda independentista catalana puede señalarse que su emersión y magnitud hizo reflexionar incluso a organizaciones procedentes de otras tradiciones políticas de izquierda, como la LCR catalana, que pasó de defender el derecho a la autodeterminación a reclamar directa y nítidamente la independencia catalana y a comprometerse en el proyecto de los Países Catalanes, constituyéndose transitoriamente como partido nacional soberano en espera de conformarse como partido catalán independiente.
(3). Para un resumen analítico del periodo desde una de las perspectivas de la izquierda independentista ver, Història de l'independentisme (1979-1994), David Bassa, Carles Benítez, Carles Castellanos i Raimon Soler, MDT
(4). Ver, Biografía política de Carod-Rovira
(5). Ver al respecto, por ejemplo, Andalucía a la hora de la Reforma estatutaria, Andalucía Libre nº 266, 24 de julio de 2005
(6). Para tratamiento de este episodio ver en Andalucía Libre nºs 217, 28 de enero de 2004; nº 218, 3 de febrero de 2004
(7). El hecho de que organizaciones antiandaluzas como UNC y el Lobby per la Independencia hayan utilizado reiteradamente las criticas de Els Altres Andalusos hacia la Feria de Abril, resguardándose a su respaldo, debería provocar algún tipo de reflexión en este colectivo sobre la necesidad de perfilar y redefinir su discurso.

Publicado en Andalucía Libre nº 292 - Cataluña y Andalucia (2)
miércoles, 12 de abril de 2006 16:27

*ERC pide una cumbre al PSOE para arreglar el Estatut mientras CiU se postula para entrar en el Gobierno español
*CiU dice que el Estatut está 'terminado' y se postula como socio del PSOE en el Gobierno español
*Puigcercós lamenta: "tanto esfuerzo para tener 'el mismo estatuto que Andalucía"'

*Las limitaciones de ERC y el fracaso del 'independentismo tranquilo'. Andalucía Libre
*La izquierda independentista catalana y la Reforma del Estatuto
- Organizaciones Politicas y juveniles de la Izquierda Independentista
- Textos y Documentos
*Andalusofobia y dignidad andaluza, Andalucía Libre
*El PSA estudiará posibilidad de presentar candidaturas en Cataluña cara a las próximas elecciones autonómicas
*El discurso españolista del PSA: '¿Quién defiende a los andaluces de Cataluña?', PSA
*El PSA pide a Chaves que solucione con Maragall los problemas de 'segregacionismo lingüístico' que padecen los andaluces
*La situación de la lengua catalana, Andalucía Libre
*Los Andaluces de Cataluña y el españolismo del PSA, Andalucía Libre
* Cataluña / Países Catalanes en ANDALUCÍA LIBRE
*El PA recoge firmas para defender a los opositores andaluces
*CCOO-UGT aceptan principio de acuerdo en precariedad y despido barato
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